Libros Tito Carlos

lunes, 16 de febrero de 2009

En el Teatro Calderón de Valladolid

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Tengo un abono para el Teatro Calderón de Valladolid. Aquí estos eventos están subvencionados y aunque el pago es por temporada (un palo) el resultado es que sale muy barato. Es una forma de obligarme una o dos veces al mes durante la temporada a ver otros tipos de espectáculos además de la televisión, el cine o los libros, y es muy variado: ópera, zarzuela, teatro clásico y moderno, flamenco….Cuando has ido tantas veces, siempre habrá alguna historia que contar; como cuando vivía en Madrid y tomaba todos los días el Metro: ¡Qué cantidad de historias!. Pero algunas son más interesantes que otras.

Fui a ver a Sara Baras y su espectáculo ‘Carmen’ con mi compañera. Tengo butaca de patio y centradita, fantástico, y como siempre, antes de sentarme y mientras me quito el abrigo, miro en mi derredor. Observo a la gente que se saluda como si solo se vieran en el teatro, siento el vértigo al ver personas de pié junto a la barandilla en las plateas, el gallinero lleno, la gente importante, aunque las desconozco, ocupando los palcos, y me fijo, sin saber porqué, que en uno de esos palcos privados hay un hombre, anciano ya, que permanece quieto, mirando impasible al escenario y la que supongo es su mujer le habla mientras se coloca en su asiento junto a él. Al empezar la música le susurra algo al oído y le acaricia la cara.

Cuando termina la función, el público aplaude a Sara exigiendo los bises; la mujer aplaude acaloradamente y se intuye lo que le dice al hombre: “¡Fantástico! ¿A que sí?”. Tras los bises de nuevo los aplausos, y me levanto para ponerme el abrigo mientras observo cómo la mujer, sonriente, le habla al hombre que permanece sentado sin moverse y que aún no ha quitado la vista del escenario.

Semanas más tarde la función era de danza clásica: Don Quixote de L. Minkus, interpretado por el Ballet du Capitole y dirigido por Nanette Glushak . Con curiosidad, miro al palco y veo al hombre ya situado en su sitio y a su mujer hablando con una guapa acomodadora, ambas sonrientes. Esta vez el hombre está más elegante; será por la calidad del espectáculo, supongo, pero su actitud es la misma: impasible y con la vista fija en el escenario. Acomodadora y acomodada se despiden y la mujer se acerca al hombre; le habla, le atusa con la mano el poco pelo que tiene y le sacude los hombros como si hubiera caído caspa. Se agacha y le dice algo al oído, le acaricia la mejilla, le da un beso… y se sienta. Se repite de nuevo la escena del palco al final del espectáculo: ella aplaude acaloradamente, le habla al hombre y le da un toquecito cariñoso en el hombro.

Al siguiente mes ya solo me interesaba el palco al llegar al teatro. La Compañía nacional de Teatro Clásico interpretaba ‘La Estrella de Sevilla’ de Lope de Vega (el actor principal es el pistolo de ‘Cámera Café’, increíblemente bueno). El hombre ya estaba allí, esta vez con pajarita y traje claro; más informal. Se me antojaba que la mujer se había acicalado mejor que otras veces; la veía más guapa y feliz y mucho más cariñosa con el hombre. La obra era bastante entretenida y a veces, entre risas, miraba a la mujer llorando de risa cuchicheando frases al hombre, que no variaba de actitud. Esta vez, me dio por pensar en el tipo de enfermedad que tendría el hombre y, dentro de lo que cabe, la suerte de tener junto a él una mujer que lo adoraba visiblemente y le cuidaba con tanta ternura.

Pero a la semana siguiente, al entrar en el patio de butacas me quedé paralizado: el palco estaba vacío. ¿Por qué me preocupaba por esa pareja desconocida?. Había formado parte de mi rutina habitual y su ausencia me descolocaba. ¿Qué les habría pasado?

Era la ópera “L’infideltá delusa” de Haydn, preciosa y muy bien interpretada por cantantes jóvenes. Cuando Filippo, uno de los personajes de la obra, canta “¡Sabes cómo son las muchachas: de humor tan particular como el de los gatos. Cuando maúllan, eso es amor!", se me fue la vista al palco vacío y sentí un poquitín de tristeza. Al salir del patio de butacas vi a la acomodadora que hablaba la semana pasada con la mujer en el palco y me acerqué a ella para preguntarla; “Por favor, por curiosidad, en el palco de la primera planta, a la izquierda… “, “Si ya sé…” me interrumpió encogiéndose de hombros, “… murió la marquesa y quitamos el muñeco”.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues tiene que ser un lujazo eso de tener un bono.
A mi me encanta el teatro, pero no voy todo lo que quisiera, por que es prohibitivo.
Un saludete

Anónimo dijo...

Excelente reseña, escribís sobre cualquier tema y es un placer leerte.Siempre.

BESOS

Anónimo dijo...

yo particularmente los teatros no me atraen, pero la historia que cuentas si, cuando te acostumbras a ver a alguien ciertos días,a cierta hora y en un lugar determinado, y de repente no está, la curiosidad ¿que le pasó o porque no vino?, es muy normal.BELLA HISTORIA, CON UN TRISTE FINAL. BESOS

Anónimo dijo...

Tito es genial la historia, fantástica, bravo y bravo.

No me esperaba para nada ese final.

El teatro es fantástico lo conozco muy bien.

Anónimo dijo...

¡Coño! Yo no me siento ahí ni aunque me pagen bien, ¡qué grima!

Imagino que cuando se tenga que pagar el "pico" entraran sudores, pero la cultura es un bien que te llevas dentro y sienta mejor que pegarte unas cenorras de aupa (en Valladolid las tapas no están mal), que luego se van al michelín y al día siguiente por la taza del W.C.

Un fuerte abrazo.

MIGUEL

Anónimo dijo...

Chache: no soy asiduo del teatro, ni de la ópera, ni de la danza... no podría serlo. Con el bono de temporada me obligo a ver una o dos funciones de cada cosa. De forma aislada no sirve de mucho, en general me enriquece.

Stanley: Ojalá pudiera escribir de cualquier tema en condiciones, pero me empapo de demasiadas cosas sin concretar ninguna. Soy mas esponja que absorbe que río que fluye, que diría Tagore.

Kuoremio07: Acércate a un escenario; para lo que sea. La cultura en vivo es alucinante; escuchar a una gran orquesta, las voces de la ópera, una obra de teatro... te sorprenderá.

Luz de gas: En las narraciones cortas, como en los chistes, al final debe ser el impacto.

Para Todos: Es cierto que tengo el bono del Teatro Calderón de Valladolid y que asisto a casi todos los espectáculos; algunos ya los he visto y regalo las entradas.
Todos los sitios a los que voy son fuentes de inspiración para crear una historia; no puedo evitarlo. Esta es una de ellas, a raíz de una visión cariñosa de una pareja anciana.

Anónimo dijo...

Miguel y Ana: El Teatro Calderón está en la zona de las catedrales y de la universidad. Tampoco puedo evitarlo: a la salida del teatro, venga vinos y tapas. Así que no creáis que hay un gran ahorro en esto.

Anónimo dijo...

Me has dejado helado con la historia. Lo que es la soledad.Me ha encantado.

Genial lo del primer trauma XD

Anónimo dijo...

jaj joer! Vaya giro, cari. Espectacular. YO pensando que había muerto el pobre espectador impasible!! A veces es mejor no preguntar, pq la vida es mas literaria que la literatura, jajaj.

Me ha impresionado tu abono, Igual vale para ópera que para teatro que todo? Y ya ves, tb. me ha impresionado que el espetáculo de Sara Baras lo estrenen antes en provincias, pues el otro dia pasaba yo por la gran via y estaba siendo el estreno en Madrid... Asi que ya ves....

En fin, un bezo

Anónimo dijo...

Anselmo: Efectivamente es una historia de amor y soledad. Quizá debiera haberla publicado el día de San Valentin.

Thiago: Por eso escribo fijándome en la vida. Sara Baras y su 'Carmen' pasaron por Valladolid el 14 de Diciembre y así es, el abono es de espectáculos variados: todo lo que pueda hacerse en el Teatro Calderón.

Anónimo dijo...

Me ha chiflado...y entristecido...¡qué sola la marquesa! ¿no? . Yo a veces necesito imaginarme que tengo alguien delante a quien soltarle 4 frescas....pero no llego hasta el muñeco...¡qué triste!. Buena entrada ¡sí señor! Besos

Anónimo dijo...

Que historia!
La realidad supera la ficción siempre. Pasan cosas increibles a nuestro alrededor que nos inspiran. Ocurre a menudo...

Ahora leo sobre el triste final de esa bella niña, asesinada por su novio? cuantos enfermos hay! que se haga justicia!
Un abrazo
Muchas gracias por tu apoyo.

Anónimo dijo...

Veo que te has tomado en serio lo de hablar de cosas que te suceden.
Yo he estado en ese teatro, la verdad que es bonito, y qué hay mejor que acudir a esos lugares a ver cosas como las que has visto??

Anónimo dijo...

winnie0: Pues a veces viene bien lo del muñeco. Te lo recomiendo, pero no lo hagas en público....

Claudia: Lo que me inspiran ciertos acontecimientos, tengo miedo a publicarlo.

Critter: Voy a hacerlo a partir de ahora mas a menudo.

Anónimo dijo...

Me ha encantado la historia, y me da un poco de pena el muñeco, pero bueno, son las cosas de las farándula.
No he entrado antes en tu blog pq, me salió algo de un blog de cocina, seguramente pinché sin querer en los blogs que sigues.
Me gustan tus historias
Nos leemos y cualquier ora sugernecia que se te ocurra sobre los programas, me la apuntas.
Voy a intentar descargarme le Ares

Anónimo dijo...

Halatriste: JAJA! Te da pena el muñeco; claro, yo le dí vida durante un montón de semanas.
Ya sabes que el Ares sirve para archivos pequeños, para grandes mejor la mula.

Anónimo dijo...

Que suerte! y qué teatro tan bonito!!!...el Gran Teatro de Córdoba, mi ciudad de la que ya me emancipé por fin, parece muy de pueblo..este se le vé más caché...que bien! disfrute vd!

Anónimo dijo...

Jeje, me ha hecho gracia el final XD pobre hombre.
Hace año y pico que no voy al teatro, aquí en Madrid es carísimo... y ahora mismo que no estoy trabajando no me lo puedo permitir a no ser que sea alguna función especial. Y nunca he ido a la Ópera ni nada diferente, leyéndote también me has dado envidia :___(

Anónimo dijo...

Al final voy a probar con el Open Office, me lo descargué el microsoft office por el ares y no pudo instalarlo, y no sabía que la mula era mejor para descargar cosas grandes, lo tendré en cuenta
garcias

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