Libros Tito Carlos

miércoles, 4 de marzo de 2009

¡Que injusta es la vida!

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Desde la butaca en la tercera fila no se perdía detalle alguno. Lo que para algunos era demasiado cerca para Pedro era una distancia perfecta en aquel maravilloso espectáculo operístico. La música aparecía como bocanadas de aire fresco surgiendo desde el suelo hacia los palcos, y era atravesada por las voces de los cantantes como saetas lanzadas a sus oídos.

En un principio no hacía demasiado caso a la interpretación teatral; escuchaba la música y leía la traducción en la pantalla considerando que eso era lo importante, hasta que la principal voz femenina surgió ante él. Fue entonces cuando reparó en la juventud de la cantante; no era de edad madura ni su cuerpo presentaba excesos de los que pensaba eran necesarios para producir esa voz, y dejó de leer la traducción.

Su cuerpo era esbelto y fantásticamente proporcionado, sus manos delgadas movían alguna vez los delgados dedos con una dulzura y ritmo que le llamaron la atención. Se le quedaron clavadas en las retinas escenas en que la artista se llevaba una mano al pecho mientras con la otra hacía un giro como señalando al público de la tercera fila precisamente, siguiendo el movimiento con la cabeza y los ojos dulcemente cerrados, hasta que los abrió mientras cerraba la mano alzando el puño. Y a Pedro se le antojó que le miró a él fijamente.

Fueron segundos sin respirar, mirándola fascinado a los ojos que sentía clavados en sus pupilas, hasta que arrancó de nuevo la música y la bella artista se desplazó hacia el otro lado del escenario. Ya no había puesta en escena; le daba igual el movimiento de los objetos y del resto de personas que variaban la escena, ya que solo tenía ojos para ella.

Aparte de su voz, la música sonaba siguiendo sus movimientos, y no al revés; en una escena en que se descalzaba y se lavaba los pies y las piernas en un virtual riachuelo escuchó el chapoteo del agua y se imaginó esas piernas aireadas y esos pies descalzos acariciando la hierba. Fue el climax de sensación interior; las mejillas de Pedro se ruborizaron, comenzó a sudar y a lagrimear lentamente, el corazón saltaba llevándole casi a la asfixia y aún tardó en reponerse unos minutos; los que faltaban para llegar al final de la representación cuando se dio cuenta que todo el teatro aplaudía entusiasmado menos él.

Se aplaudía mientras los artistas saludaban mirando hacia los palcos y lanzando besos al público en general, pero Pedro no podía; solo podía mirarla, por primera vez sonriente, feliz; recibió un ramo de flores y siguió lanzando besos, posando los labios sobre sus dedos y volviendo a sonreír…
Hasta que cayó definitivamente el telón y tuvo que levantarse. Lentamente, siguiendo la fila de espectadores, llegó a la calle como en una nube, rememorando escenas y voces muy particulares, y de repente se vio parado ante la taquilla del teatro sin saber cómo había llegado hasta allí. Y por fin se le iluminó la cara; se acercó y preguntó si había aún entradas para el día siguiente, ultima representación. Compró la mejor de las que quedaban, un poco ladeada y en la séptima fila, pero la alegría no le cabía en el cuerpo.

Al día siguiente fue uno de los primeros en entrar. Esta vez acudió mucho mas acicalado que el día anterior, notando incluso como se le miraba desde algún palco. Tuvo tiempo para leerse el folleto y entender el tema que se desarrollaba en la obra y los últimos minutos antes de comenzar se le notaba nervioso y respirando profundamente para calmarse, algo que parecía imposible.
Por fin comenzó el espectáculo y para Pedro fue como si fuera la primera vez, con un exceso de entusiasmo asistió a las mismas escenas y de nuevo se le saltaban las lágrimas; incluso se sorprendió de no haber reparado en la espalda descubierta cuando la artista se viste de novia; una espalda perfecta, sin huesos exageradamente picudos, todo eran suaves redondeces y una piel lisa, sin imperfección alguna… Estuvo a punto de reír de placer; su entusiasmo casi le traiciona, así que al terminar fue el primero en levantarse del asiento y aplaudir, lo que hizo que la artista le mirase y sonriera notoriamente llevándose las manos a la boca y lanzándole el primer beso, esta vez con las dos manos; algo muy especial.

Esta vez Pedro estaba decidido; salió del teatro y se dirigió a la parte trasera a la espera de la soprano. Decidido pero nervioso esperó durante más de una hora hasta que la vio aparecer. Se quedó quieto, inmóvil y con las manos en los bolsillos que no se atrevió a sacar por no saber qué hacer con ellas. La observó desde apenas veinte metros, vestida de calle con una elegancia que pocas mujeres saben llevar, sus elegantes zapatos no dejaban ver sus hermosos pies, pero la falda dejaba ver la perfección de curvas de sus piernas. Ella saludó a algunas personas y en un giro de cabeza reparó en la presencia de Pedro; lo sonrió y se dirigió hacia él.

- He visto que te ha gustado. – dijo con acento extranjero.
- Sí, bastante. – contestó Pedro disimulando apenas su turbación.
- ¿Sabes si está lejos el Hotel Carrión?
- Está muy cerca de aquí, puedo acompañarla si lo desea…
- ¡De acuerdo! – y le cogió del brazo, siempre sonriente.

La turbación hizo que no salieran mas palabras de su boca, dieron unos pasos y Pedro pensó que tenía que decir algo, y mientras trataba de elegir frase llegaron a la esquina y apareció un hombre, moreno, alto, elegante que la miró y abrió los brazos. Ella se abalanzo sobre él y se fundieron en un fuerte abrazo. Tras unas palabras en un idioma ilegible ella se acercó a Pedro:

- Gracias, ya no hace falta que me acompañes. – y le dio un beso en la mejilla.

Pedro volvió a meterse las manos en los bolsillos del pantalón y observó a la pareja alejarse abrazados y felices. “¡Que injusta es la vida…”, pensó,”…para un hombre de catorce años!”
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23 comentarios:

Anónimo dijo...

Divina adolescencia.
Muy buena la historia y mejor el final.

Anónimo dijo...

Sí, a los catorce todo es mucho más complicado. Un buen relato que sabe arrancar una sonrisa al final. Gracias por compartirlo.

Un beso

Anónimo dijo...

Muy bueno, las tablas enamoran mucho

Anónimo dijo...

Bueno, pero, ¿qué ópera era? A ver si tengo el CD y me da un clímax de esos.

Anónimo dijo...

Excelente relato, los amores y pasiones que despierta la ópera!! En un momento pensé que para la soprano, te habías inspirado en la famosísima cantante lírica KIRI TE KANAWA, tiene un cuerpo similar al que describís. Me fascinó, quién pudiera tener catorce años de nuevo!!

Un beso enorme.

Anónimo dijo...

Cómo te vas a quedar sin palabras con mi relato, Tito!! En la historia anterior me comentaste que cómo iba hacer para superar esa narración, que para vos había llegado a mi techo. Por favor te lo pido, recuperá tus palabras que es uno de los comentarios que mas ansiosamente espero!!

BESOS

Anónimo dijo...

Mil gracias Tito, lo que decís siempre está tan bien dicho, tan halagador.

BESOS

Anónimo dijo...

Bendita inocencia y que final más crudo, pero bueno tampoco está mal madurar de golpe en esos temas.

Con el amor se sufre y cuanto antes se asuma, eso que tiene ganado y aprendido.

El texto es de una redacción muy fluída y elegante. Te felicito.

Anónimo dijo...

¡Ostras qué final! ¡Muy bien!

Creo que a mi esto me ha pasado antes, o algo parecido, aunque yo con 14 años no era un hombre, era un adolescente y estaba a otras cosas.

¡Un fuerte abrazo!

MIGUEL

Anónimo dijo...

buen relato, un poco así el final, pero bien realista...divina adolescencia que dicen por ahí...
gracias por compartirlo

Anónimo dijo...

Ay...! TitoCarlos, que bella historia...
El ay! fue un amplio y profundo suspiro de agradecimiento.
Bueno, estoy compartiendo contigo el premio Amistad, que seguramente lo tienes, pero no importa. Ingresa a http://www.escobarlarevista.blogspot.com y asúmelo. En la entrada de agradecimiento explico por qué lo comparto con cada quién.
Besos, Silvia

Anónimo dijo...

¡Que encanto, pobrecito mio!
Si, la vida es injusta a los catorce, y a los veinte, y a los cincuenta...pero cada vez nos afecta menos.
Un bonito relato, TitoCarlos.

Anónimo dijo...

Que lindo relato Tito Carlos! Y aunque el niño lo haya vivido en ese momento como una injusticia de la vida, seguramente ha sido parte de su crecimiento. Me recuerda a un cuento de un granjero chino... ya te lo contaré.
Un beso

Anónimo dijo...

Que final! imprevisible! No me lo hubiera imaginado.
Muy bueno!

Anónimo dijo...

Los amores del principio de la adolescencia... que ternura, qué recuerdos. Genial, Tito, la historia y la manera de relatarlo. Te felicito.

Besos, niño

Anónimo dijo...

Curioso como la imagen se impone a las palabras y a la música...

Creo que los hombres se nos ha desarrollado más el sentido de la vista :))

Muy bueno, Tito Carlos, no puedo evitarlo, a mí me suena a irónico.

Saludos

Anónimo dijo...

Hijo, yo cuando era joven lo veía todo de fácil...claro, que mis catorce fueron como tener en realidad 10...yo estaba siempre y sigo un poco en los mundos de yuppi, que tiene sus más y sus menos...

Anónimo dijo...

Que dulce amor, puro de un adolecente, como siempre un bello relato!. besos

Anónimo dijo...

Me ha parecido un relato bellísimo...sorpendente esos 14 años...entendible su fascinación por ella. Todo perfectmaente narrado. Pero que quede claro...yo no volvería a mis 14 años...la vida sigue avanzando. Besos

Anónimo dijo...

^-^♠ Luce ¡súper interesante! lastima, por mi, ke no puedo leerla completa ahora. Lueguito volvere. Pero no me kiero ir sin dejarle una markita :P ¡Gracias por todo! ¡Pasela bien divino ser! ♠^-^

Anónimo dijo...

Ulises: Gracias por la visita y por tu comentario

Felisa: Haré algun post con lo mal que lo pasa un varón a esas edades.

Luz de Gas: Tu ya sabes que esta historia se repite con el cine con facilidad.

Mannelig: La inspiración me vino con 'L'Infideltá Delusa' de Haydn, que pude disfrutar interpretado por el Joven Teatro Nacional Francés. Créeme, inspiraría a cualquiera.

Stanley: Para los que somos enamoradizos de nacimiento, estas edades son las peores porque percibimos muchos rechazos que en realidad no lo son. Me gustaría volver a sentir lo mismo, pero a una edad madura.

IBE: El amor va acompañado de dolor. Tantos amores, tantos dolores, y sin embargo queremos volver a caer. ¿Nos hacemos expertos en el amor, o en el dolor?

Miguel (anapedraza): ¡Claro que estábamos a otras cosas! Pero est viene de repente, no se busca.

Didac: Vino de repente y se fue de repente; y rápidamente se asumió el fracaso, aunque echándole la culpa al mundo mundial. Así eramos a esas edades.

Silvia Beatriz: Gracias por el premio; ahora tengo que pensar con quien lo comparto, y es dificil...

Lola Mariné: Yo creo que la vida nos dá lo que necesitamos y merecemos, pero no lo que queremos, y nos enfadamos con ella. Lo que pasa es que cada vez nos enfadamos menos.

Mariana Castrogiovanni: Claro que forma parte de nuestro crecimiento como persona, incluso estas cosas cuanto antes sucedan mejor, como las enfermedades infantiles...

Ivan Ignacio: Gracias por la visita y por tu comentario. Pasaré a conocer tu taller de literatura.

DianNa: Gracias. Me hace ilusion que te guste...

XoseAnton: Un buen plato debe entrar antes por la vista. También en esto pecamos de adolescentes. Si somos inteligentes, miramos un poco mas allá y dejamos el sentimiento en una posición justa.

queinsolito!: Tu eres así feliz y así debes continuar, no todas las personas cumplen con el perfil general.

Kuoremio07: Si, puede que fuera amor puro, como diamante en bruto, y luego se va limando....

Winni0: Estamos totalmente de acuerdo.

Odi Noyola: Léetelo y tradúcelo a tu forma de ver la vida. Luego nos lo cuentas. Será interesante el cambio de escenario.

Besos a todos.

Anónimo dijo...

la vida es injusta por naturaleza, yo hace tiempo que lo asumí :)

Anónimo dijo...

Muy bueno, llevo leyendo cosas tuyas durante mas de un dos horas, he recibido una buena cura de humildad pero mejores lecciones.
Un abrazo.
Jesus

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