Libros Tito Carlos

lunes, 30 de marzo de 2009

Visión Romántica

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Desde hace unos días, cuando llego al restaurante para comer, la parejita está terminando el postre y están sirviéndoles el café. Siempre están en la misma mesa, y yo procuro ponerme, también, en la misma posición estratégica. Ellos están en una pequeña mesa cuadrada, uno frente al otro; yo, dos mesas mas allá y entre ambos, para poder verles la cara. A veces, el oficio de voyer tiene que ir acompañado de un ejercicio de estrategia muy bien pensada, si no quieres caer en situaciones ridículas.

Para mí es todo un espectáculo, romántico, elevado al máximo grado; ellos se miran casi constantemente y parece que se atraviesan con su lánguida mirada, como si vigilaran sus gestos, como si escudriñaran el uno el interior del otro, y les gustase lo que ven, ya que su boca dibuja permanentemente la figura de una incipiente sonrisa. La cucharilla lleva lentamente la porción de flan a la boca y yo mismo la saboreo con un inevitable mordisquito del labio inferior… y aumento el ritmo de mi respiración.

Absorto en esta imagen el camarero me sorprende trayendo el agua y los cubiertos e intercambiamos un pequeño gesto de complicidad, confirmando nuestro común gusto por la belleza de la escena. Porque es la escena, no son ellos; ellos no son ni siquiera bien parecidos, más bien son feúchos, pero su amor mutuo los embellece.

Y siguen con su eterna mirada clavada el uno sobre el otro.

No puedo evitar ponerme en la piel del varón; lo hago sin querer. En mi interior le estoy diciendo lo que creo que debe hacer en cada momento, pero no me hace caso; y la mayoría de las veces me sorprendo dándole la razón, que lo ha hecho muy bien, que se nota en lo notablemente feliz que se encuentra su compañera de mesa.

Desde mi posición no oigo lo que hablan, pero ahora el ha pronunciado unas palabras que provocan en ella algo más que una sonrisa, una pequeña y corta carcajada, y se lleva una mano a la boca para no compartir con nadie más esa risita de felicidad. Y una vez pasada la hilaridad del momento ella estira el brazo y con la mano acaricia muy suavemente la mejilla de su amado. Yo mismo siento como el suave roce de hojas frescas de principio de primavera y giro la cabeza a la vez que él acercando mi boca a la palma de su mano posando un húmedo y sentido beso en ella, y la chica sonríe, y siento cosquilleos, escalofríos, piel de gallina por todo mi cuerpo cuando un dedo de su mano recorre lentamente la comisura de sus labios. Después pasa sus dedos entre sus cabellos con lentitud, y debe notar la brisa del mar trayendo el aroma del amor de su vida y ponérsele el corazón a cabalgar frenéticamente y, a continuación, él da un profundo suspiro, como respirándolo profundamente, cuando sus manos se unen de nuevo sobre la mesa.

Y no han dejado de mirarse tiernamente.

El tiene que estar derretido de amor; yo lo estaría, lo de revolotear mariposas en el estómago es una ínfima explicación de ese sentimiento; habría que multiplicarlo por mil y aún así no estaríamos cerca. En esos pocos minutos tienen que haberse trasladado al paraíso, como si Cupido los hubiese abducido y colocado en otro punto del universo donde nadie pulula a su alrededor, ni camareros, ni gente comiendo en las mesas cercanas... Nadie; son los únicos habitantes del universo.

A pesar de la discreción del camarero, el mínimo ruido al dejar la nota en la mesa los devuelve al mundo real y eso provoca un intercambio de sonrisas entre ambos. Dejan unos billetes sobre la nota y se levantan; el mete la mano en un bolsillo de la chaqueta y ella en el bolso. Ambos sacan su bastón blanco plegable y lo estiran, ella se agarra al brazo de él y salen del restaurante oscilando levemente los bastones de lado a lado.

‘¡Y dicen que el amor es ciego!’, pensé.
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Nota: La pintura es de Santiago Cárdenas; "Algo de comer" (1967). Óleo sobre madera y tela.
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11 comentarios:

lys dijo...

A loa videntes nos llega mucho la vista, pero yo creo que no vemos lo que ellos ven, en nuestra retina queremos acumular el máximo de detalles y nos perdemos los que de verdad importan. Ellos deben vivir lo todo más intensamente.

Te dejo un beso

TitoCarlos dijo...

LYS, si no tenemos un sentido desarrollamos los demás, pero nada desaparece. Dicen que la comida debe entrar primero por los ojos. No hay nada mas subjetivo. Debemos de aprender algo de los personajes de esta historia. Un beso,

LUIS ROSER RODRIGUEZ dijo...

HOLA CARLOS, un relato muy bonito, dejas mucho a la imaginación, el fianl es bueno, acompaña bien al resto del relato, que es muy físico a la vez que figurativo.

Me ha gustado mucho, un saludo

TitoCarlos dijo...

Gracias Luis por tu visita. Nos leemos,

Thiago dijo...

Bueno, antes de leer el final de tu relato, lo de los bastones, ya tenía pensado el comentario... Asi que como dijo alguien, no voy a permitir que un buen final me joda el comentario, jaajajaj

Y es que tu pareja me ha hecho recordar una pareja que vemos todos los dias en el autobus que me trae a la facu... El la acompaña todos los dias, le da el último beso, asi la parada esté petada, en la escalarilla de autobús, espera a verla subir y atravesar el pasillo, mira donde se sienta y aun permanece alli, mirnadola con una pasion y un amor que desvela que deben de follar de miedo, y espera a que el autobus parta siempre mirando para ella, a la que lanza un último beso con la mano, cuando nos alejamos... Es el amante del autobús, la comidilla de todos los habituales, la misma imagen de la felicidad... Bueno, no son invidentes, pero como dices tu, el amor es ciego, y este es un amor de los mas ciegos, pero a la vista de todos, jajaaja

Bezos, cari.

P.D. Si tu ya eres Thiaguista Plateado...¡tu verás! jajaajaj

TitoCarlos dijo...

Thiago, Efectivamente, el amor no es ciego, nos vuelve ciegos, no hay nadie alrededor, y excepto que follen a gritos a mi lado, no me molestan.
Y sí, tu blog es de los que estoy obligado a leer a diario, ¿me estaré haciendo thiagodependiente? Pues no creo que haya médico que lo cure.
Un abrazo,

francisco dijo...

Me siento yo tambien voyeur a través de tus ojos.
Me ha encantado.
Salud.

TitoCarlos dijo...

Gracias, Francisco por tu visita y comentario. Nos leemos,

Silvia_D dijo...

Anda, se perdió mi coment aquí? vaya

Pues yo ya había leído esto, jajajaja

El amor es ciego... hasta que empieza a mirar a fondo.Ya, tu reflexión es otra, la mirada hacia el alma... esa, no necesita ojos :)

Besos, niño

Anónimo dijo...

hoy me ha dicho que ya no quiere verme
que con pocas horas no le basta
o todo o nada,
asi que me toca llorar

gracias por dejarme escribir

Peter Camenzid dijo...

Interesante saber que los seres humanos podemos ser felices "a pesar de". Lo que nos muestra que la felicidad es por eleccion mas que por asignacion o suerte.

Gracias por la reflexion (nuevamente)

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